Los tumores que permanecen en un lugar y demuestran un crecimiento limitado generalmente se consideran benignos.
Los tumores más peligrosos o malignos se forman cuando ocurren dos cosas:
una célula cancerosa logra moverse por todo el cuerpo usando la sangre o los sistemas linfáticos, destruyendo tejido sano en un proceso llamado invasión
esa célula logra dividirse y crecer, formando nuevos vasos sanguíneos para alimentarse en un proceso llamado angiogénesis.
Cuando un tumor se disemina con éxito a otras partes del cuerpo y crece, invadiendo y destruyendo otros tejidos sanos, se dice que se ha metastatizado. Este proceso en sí mismo se llama metástasis, y el resultado es una condición grave que es muy difícil de tratar.